Glifosato



Autor: Adrián Lozano Baneito



Es un placer para mí volver a escribir en este blog, en esta ocasión sobre un producto que está actualmente causando una incesante polémica: el glifosato.

¿Qué es el glifosato?


El glifosato es un herbicida de amplio espectro que fue por primera vez comercializado por Monsanto con el nombre de Roundup en la década de 1970. Desde que su patente caducó en el año 2000, numerosas compañías producen hoy glifosato con diferentes nombres comerciales. Sin embargo, el Roundup de Monsanto sigue siendo el herbicida más vendido en el mundo.

Actualmente, y a nivel mundial, es la sustancia activa de más de 750 productos diferentes que se utilizan en la agricultura, silvicultura, jardinería y para aplicación doméstica. En España, en 2015, estaban autorizados 125 productos distintos.

Veinte años después de que el herbicida llegara al mercado, Monsanto desarrolló plantas transgénicas (Roundup Ready) tolerantes al glifosato, lo que en consecuencia permitía una aplicación más amplia del producto y supuestamente una reducción del uso de herbicidas. Sin embargo, era una falsa promesa y ha hecho incrementar drásticamente su uso. Al ser un herbicida de amplio espectro, mata a todas las plantas sobre el que es aplicado, no solo las “malas hierbas”, excepto los cultivos transgénicos que han sido modificados para ser tolerantes a este compuesto, lo que permite su uso indiscriminado sobre estos.

El Roundup es el producto estrella de Monsanto y reporta a la compañía grandes beneficios económicos. En 2014 las ventas de este producto represento un tercio de las ventas totales de Monsanto.



Impactos en la salud

Desde hace décadas se viene denunciando los potenciales efectos dañinos del glifosato para la salud humana, pero nunca se han llegado a tomar medidas.  El resultado: millones de hectáreas de tierras de cultivo, los parques y hasta las aceras son rociadas con glifosato cada año en todo el mundo.

En marzo de 2015 la Agencia para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha clasificado el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Esta clasificación se basa en la evidencia limitada en seres humanos pero una fuerte evidencia de que es cancerígeno para los animales. También se sospecha que actúa como un disruptor endocrino y que es tóxico para la reproducción.

Los científicos han detectado este "probable" carcinógeno humano en nuestro aire, la lluvia, e incluso en nuestros cuerpos.

El informe de Greenpeace “Los plaguicidas y nuestra salud: una preocupación creciente” muestra como los plaguicidas afectan a nuestra salud y que entre los principales grupos de riesgo y más vulnerables se encuentran los agricultores, sus familias, los fetos, bebés y niños pequeños. Para aquellas personas que no nos encontramos en estos grupos la alimentación es la principal vía de exposición a los plaguicidas.

La autorización para el uso del glifosato en la UE termino en diciembre de 2015, por lo que se encuentra en un proceso de reevaluación. En este proceso es fundamental que se tenga en consideración la investigación de la OMS.

Impactos en el medio ambiente

El uso de glifosato tiene graves impactos en el medio ambiente, puesto que afecta a los demás seres vivos como a los seres humanos, contamina los suelos y el agua. Hay evidencias científicas suficientes que demuestran que el glifosato tiene un impacto perjudicial sobre los organismos acuáticos, desde algas microscópicas hasta peces y moluscos, pasando también por las ranas y sus renacuajos pero también puede afectar a organismos del suelo, como las lombrices de tierra, fundamentales para mantener e incrementar la fertilidad del suelo.

Por otro lado, el uso del glifosato puede tener un impacto directo en plantas no-objetivo pudiendo conducir a una pérdida de especies silvestre que incluso pueden estar amenazadas. También impacta en la reducción generalizada de la diversidad y cantidad de especies y puede afectar seres vivos cruciales para la agricultura, como son los polinizadores, puesto que disminuye la diversidad y la oferta de alimento.



Además, su uso masivo, sobretodo asociado con los cultivos transgénicos que son tolerantes a este compuesto, hace que las “malas hierbas” se vuelvan más resistentes y sea mucho más difíciles de erradicar, ampliando el uso de sustancias químicas peligrosas aún más y las concentraciones utilizadas (se pasan a utilizar otras sustancias e incluso a mezclar varias). Todo ello reduce aún más los ya escasos beneficios económicos de los agricultores.

Alternativas

La industria química en sus agresivas campañas de marketing nos ha querido convencer que hoy en día no es posible mantener la agricultura sin recurrir a los insumos químicos de síntesis (fertilizantes y plaguicidas). Esto está llevando a la agricultura a un callejón sin salida al provocar el desequilibrio ecológico, pero crea una dependencia absoluta respecto a los insumos agrícolas. Las compañías químicas velan así por sus intereses (el máximo beneficio económico) sin mirar al interés general (salud pública y protección del medio ambiente).



Sin embargo, la agricultura ecológica muestra cada día que no solo es la mejor opción para proteger nuestra salud y el medio ambiente sino que es capaz de alimentar al planeta si se hacen las inversiones adecuadas  y ser una fuente imparable de empleo verde.

Muchas son las técnicas que se utilizan en la agricultura ecológica, silvicultura y jardinería para controlar las plantas adventicias. Entre ellas se encuentra el incremento de la diversidad de cultivos, la rotación de cultivos, la eliminación manual y mecánica, los acolchados o el pastoreo.

Las plantas adventicias en las lindes de los cultivos son incluso benéficas pues son fuente de alimento diverso para las especies polinizadoras como las abejas y refugio de especies beneficiosas que ayudan a controlar las potenciales plagas de insectos.
En modelo de agricultura ecológica se promueve el equilibrio ecológico basado en la biodiversidad, siendo la única forma de garantizar alimentos sanos para hoy y también en el futuro.

¿Cómo me puedo proteger frente al glifosato?

Si eres un agricultor o agricultora, o aplicador de plaguicidas, lo mejor que puedes hacer es dejar de utilizar el glifosato y, a corto-medio-plazo, cambiarte a la agricultura ecológica, porque aunque dejes de utilizar herbicidas seguirás estando expuesto a muchos otros plaguicidas nocivos.



Si vives en una ciudad o pueblo evita las zonas donde se fumigue con plaguicidas, pero sobretodo presiona a los responsables políticos para que los dejen de utilizar en espacios públicos.

Puesto que la alimentación es una de las principales vías de exposición a los plaguicidas para las personas que no estamos expuestas directamente, aumenta el consumo de productos ecológicos y pide a las tiendas donde habitualmente compras que amplíen la oferta de estos productos, para que todas las personas puedan acceder a ellos.

Por último, pero no menos importante, únete a miles de personas que exigen a los responsables políticos que se prohíba el uso del glifosato.



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