Autor: David Fernández Ibañez
He tenido trabajos pero para mí éste
ha sido uno de los mejores. Cuando me seleccionaron pude ver la luz al final
del túnel, ser de T’avalem, ha sido una oportunidad para poder valorarme como trabajador en compañía de
muchos con la misma ilusión.
Cuando por fin llegó el día, mi
ilusión era cada vez mayor. Lo mejor de todo es el misterio de lo que me podría
encontrar en aquel lugar; todo impecable. Nos reunimos en el aula de
informática con caras casi desconocidas, dando a conocer principalmente a los
profesores. Bueno, un día de reconocimiento.
Al principio parecía extraño y a la
vez curioso. Empezamos con nuestras manos para agilizarlas antes de saber utilizar maquinaria, durante unos
días. Todos estuvimos ganando confianza entre nosotros y en nosotros mismos.
Todo a la perfección con el
profesorado, dirección y alumnos. El siguiente paso, la facturación y
fabricación de muebles de todo tipo de madera, pero sobre todo, la construcción
de un parque que era un proyecto más lejano. En verano continuamos con nuestras labores por
toda la ciudad, por cierto, los jardineros lo dieron todo bajo el sol abrasador
en el vial ecológico de camino a “Las Virtudes”
El verano fue caluroso para todos, pero conseguimos reparar
el mobiliario de San Bartolomé, la valla del paseo “Chapí” y alguna que otra
tarea encomendada. Ahora es cuando socialmente nos apoyamos entre nosotros para
que todo quede genial.
Aparte de un esfuerzo, ha sido para
nosotros un punto a nuestro favor, conviviendo alegrías y penas, hemos tenido
decepciones y desánimos por el costoso trabajo pero luego terminó en un dominio
del manejo en la madera.
Después de unos meses sufrimos la
baja de nuestro queridísimo profesor. A mí me dolió mucho porque me estaba
ayudando a sentirme un profesional. Una semana después llego el sustituto y nos
pareció muy extraño empezar casi desde cero, pero lo acogimos con los brazos
abiertos. Llego justo para empezar el proceso de construcción en el parque
canino pasadas las navidades con un acelerón que no me gustó nada.
El parque realizarlo en tan poco
tiempo fue una locura y muy costoso pero me encantó al fin y al cabo.
Con todo esto quiero decir que me costó encajar pero conseguí que mi vida
tuviera un sentido no solo laboral sino personal gracias a este proyecto
formativo
Soy sensible, pero muy valiente y
esta iniciativa ha logrado que me sorprenda de mí mismo, ya que me ha ayudado a
superarme como persona, además de ser una
iniciativa que sorprende y que nos ha demostrado que con organización todo se
consigue.
Quiero pensar que en un futuro no muy lejano gracias a T’avalem y a la
preparación que he recibido podré tener
en un futuro nada lejano sorpresas laborales, ya que hoy me siento preparado
para todo.
Lástima que se termine el curso, pero en mi ha nacido una vocación que
quiero seguir mejorando. Soy carpintero.
Interesante!!
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